La española, que ha realizado un gran torneo, sucumbió ante su mentalidad y ante una Sofia Kenin que se gradúa en el Open de Australia
A las puertas de la gloria. Como si ves al doctor Jekyll y Mr. Hyde. Parecía que la bipolaridad en el juego de Garbiñe Muguruza había desaparecido tras haber realizado un gran torneo en el primer Grand Slam de la temporada. Sin embargo, apareció en el día menos oportuno, en la final. La campeona de un Roland Garros (2016) y un Wimbledon (2017), no pudo completar la triple corona tras perder con Sofia Kenin por 4-6, 6-2 y 6-2 en dos horas y tres minutos.
Batalla eléctrica. Así se puede describir el primer set, en el que las dos tenistas salieron a por todas. Ambas estuvieron concentradas, celebrando todos sus puntos. Muguruza entró al juego de Kenin, tanto en el aspecto competitivo, mental y de pique. Sí, ninguna lo ha reconocido porque tampoco han sido preguntadas, pero se podía notar la tensión escenificada en la Rod Laver Arena. La jugadora de Florida, pero de origen ruso, celebró todos los errores de la española y aceptó el riesgo.
Asimismo, las dos estuvieron fantásticas en sus golpes de derecha y en el revés a dos manos. Hubo pocos errores y los juegos se decidieron por detalles. El primer break lo realizó la española, aprovechando su tercera bola de rotura. Con el 2-4 a favor de la jugadora entrenada por Conhita Martínez, finalista en 1998 y semifinalista en el 2000 del AO, tuvo otra oportunidad con un 0-40 a favor, pero la fan de Kournikova demostró su resistencia y su hambre de ganar, de no dar por perdida ninguna bola. Y en consecuencia, vio la oportunidad y le devolvió el break a su rival. Quizás lo que no esperaba la ‘niña’ que no temía en su infancia restar un saque a Andy Roddick era que Garbiñe mostrara fortaleza mental, pero lo hizo. Convirtió su segundo punto de rotura y demostró su eficacia en los puntos con el primer servicio, con un 80 % de efectividad que le sirvieron para llevarse el primer envite del encuentro.
Desconexión
El sueño parecía cerca. Muguruza estaba a un paso de ser la única jugadora española en lograr tres Grand Slams en diferentes superficies y asimismo, de inscribir su nombre en el templo australiano. Sin embargo, volvió la versión de Sam Sumyk. El error de la tenista natural de Caracas fue dar metros a Kenin, especialista en ocupar la cancha de forma brillante. Además, si la concedes el deseo de que pueda golpear más dentro de la pista, pocas tenistas del ranking WTA la pueden parar a la joven jugadora de 21 años.
El segundo set comenzó con ambas ganando sus servicios con cierta facilidad. Anteriormente, Muguruza había pedido asistencia médica por unos dolores en la espalda. El partido continuó y tras esto, Kenin en un visto y no visto, se puso con un 4-1 a favor. Era su momento, su padre (entrenador) lo sabía, Dinara Safina (elemento de apoyo) lo sabía, que estaba desatada con el servicio, con la derecha y con el juego de piernas. Era imposible tumbarla. De hecho, ganó ocho puntos seguidos. Además, de quince puntos con el servicio por parte de la mejor jugadora estadounidense del momento, Muguruza solo consiguió ganarla en tres.
Doble falta
‘Hurricane Kenin’ decía algún espectador en las gradas de la pista central. En los exteriores estaba lloviendo, pero en los interiores, se avecinaba un tsunami de ambición, carácter y agresividad. Aun así, se presentó una luz en la oscuridad que estaba siendo el último set del partido. Con 2-2 en la manga definitva, Muguruza se puso 0-40, pero la estadounidense se sobrepuso a tres bolas de break, lanzando unos golpes antológicos, destacando unos paralelos infernales cubriendo la pista que a pesar de la defensa férrea de Muguruza, fue imposible de frenar. No ardieron esas bolas de milagro. Sin duda, fue el punto de inflexión del duelo, que hizo que aparecieran los miedos en la tenista española. En sus dos últimos juegos con el servicio, cometió una consecución de dobles faltas que decantó definitivamente la final para Kenin, que se convertía para los Estados Unidos en la decimotercera campeona en el país ‘Aussie’. Aunque sea pronto para aseverarlo, parece que hay relevo de las Williams.
Sabor amargo, pero Muguruza debe quedarse con lo positivo. Volvió a su mejor nivel. Ha tumbado a tenistas como Elina Svitolina o Simona Halep. Además, no hay que olvidar que empezó la competición con fiebre y levantó un 0-6 contra Shelby Rogers en primera ronda. Que las ocho doble faltas y los 45 errores no forzados no frenen mentalmente a la española. Ya lo dijo Halep después de semifinales: »Si Muguruza jugara todos los días como contra mí, sería número uno sí o sí».
España tendrá que esperar para coronarse en el cuadro femenino del primer grande de la temporada. Arantxa Sánchez Vicario (1994 y 1995), Conchita Martínez (1998) y ahora Garbiñe Muguruza (2020) quedarán en la historia como las que casi abrieron las puertas.