Era el Dakar de Arabia, el primer Dakar que cambiaba de continente después de África y América. Era el Dakar de Alonso, después de la enorme expectación que había causado la llegada del piloto de F1 – aunque ahora podemos decir del piloto total-, pero al final fue el Dakar de Sainz.
A sus 57 años, el piloto madrileño vive su segunda juventud y la suerte que parece no haberle acompañado en el mundial de rallies, sí lo está haciendo en la carrera más dura del mundo. Unos lo llaman suerte y otros lo llamamos experiencia, y con esa edad les aseguro que es un muy buen grado y marca diferencias.
Carlos Sainz suma su tercer Dakar con otro coche. Los tres los ha ganado con un coche diferente, una historia que recuerda a aquella de Moto GP, cuando Rossi dejó Honda para ganar con Yamaha, ‘El Matador’ se llevó este Dakar con un Mini, antes había pasado por Volkswagen (2006-2014) y por Peugeot (2016-2018) para también llevarse el rally más duro del mundo.
La primera etapa de esta nueva versión del Dakar dejó notables sorpresas, la victoria del lituano Zala, el tercer puesto de Sainz y un undécimo de Alonso que hacía soñar a los cronistas con un top 10, como mínimo, del asturiano.
La dureza del rally no perdona y Alonso en una segunda etapa con mucha piedra y grava perdió las aspiraciones a colarse entre los mejores al perder más de dos horas en un accidente con una roca. Sainz, en cambio, con marcha firme siempre con su copiloto Lucas Cruz cerraba la etapa con un sexto puesto y terminaba segundo en una general en la que ya estaba por delante de sus principales rivales Al-Attiyah y Peterhansel.
El golpe de efecto lo dio en la tercera etapa con Alonso ya recuperando sensaciones y demostrando que estaba preparado para este rally, el asturiano acabó cuarto, Carlos se puso el mono de trabajo y ganó la etapa. Líder de la general y a buena distancia de Al-Attiyah.
En un tira y afloja continuo en los puestos de cabeza la etapa 4 mantenía líder al madrileño y en la quinta la ventaja con Al-Attiyah y Peterhansel aumentaba y no sería hasta la octava etapa cuando el madrileño metiese el susto en el cuerpo de todos los cronistas y espectadores al ver que perdía casi 20 minutos con la cabeza de carrera. Para consuelo general, Al-Attiyah y Peterhansel también se dejaban minutos y apenas recortaron al español, en una etapa en la que 4 minutos apearon a Alonso de convertirse en el primer piloto de F1 que gana una etapa en el Dakar.
La novena etapa apretó la clasificación a 15 segundos entre un irreductible Sainz y un luchador Al-Attiyah. Un espejismo, un oasis en medio del desierto para el de Qatar que una etapa más tarde veía como el piloto español se le escapaba más de 18 minutos.
La penúltima etapa era momento de asegurar posiciones y Sainz y Cruz se marchaban a dormir con una ventaja de 10 minutos respecto al segundo y tercero en la general. A la espera de lo que podría ser una última etapa “trámite”, ganó Al-Attiyah que esperó a Sainz en la meta con la sensación de haber cumplido con su cometido de presionar a nuestro particular Monsieur Dakar pero que no le incomodó quedándose en la general a 6 minutos.
Reconocimiento español
Alonso cerró su primera participación con un impresionante 13 puesto que deja sensaciones muy buenas y un mal sabor de boca sabiendo que si no hubiese tenido el accidente del segundo día podía haberse metido entre los 5 mejores.
En la categoría de motos Barreda fue el español mejor clasificado acabando 7 y lo que ya no es novedad y enorgullece decirlo, Laia Sanz fue la mejor mujer en la general con un 18 puesto. No se como sienta esto en un país que las mujeres tienen un papel tan secundario que es testimonial.
La categoría SSV nos dejó a José Antonio Hinojo como el español mejor clasificado cerrando el top 5 y con Jesús Puras en sexta posición.
Mención a parte quería hacer al aventurero Jesús Calleja que, por fin, logró terminar la carrera después de tres intentos. Esta vez a la cuarta fue la vencida.